El ahorro no es una cuestión fácil hoy en día. Sin embargo, sigue siendo un hecho fundamental para nuestro bienestar futuro. Es por ello que existe un gran número de productos destinados a ello. Uno de los principales, el seguro de vida-ahorro. Como expertos, nos gustaría acercarte unas pequeñas claves previas a la firma de una póliza de estas características.
El objetivo de este artículo no es otro que simplificar un poco la contratación de un contrato de estas características. No en vano, son muchas las personas que no son expertos en esta materia, lo que puede crear distintos inconvenientes.
5 claves para la contratación de un seguro de vida-ahorro
- Antes de firmar cualquier contrato que te una con una aseguradora, pregunta e infórmate sobre si es posible perder el dinero que se está poniendo en ese producto. Lo que se ahorra es invertido en activos financieros, por lo que se está asumiendo el riesgo de que los productos bajen. En este sentido, hay muchas clases de productos. Lo primero será saber si ese riesgo a posibles pérdidas lo asume el asegurador o el asegurado.
- Si estamos ante un seguro de vida-ahorro garantizado es posible que tengamos que mantener una vigencia mínima del mismo. En este sentido, es muy importante saber qué penalizaciones tendremos si queremos recuperar nuestro dinero antes de la finalización del contrato.
- Hay ciertos productos en la actualidad que no se pueden percibir hasta que concurran las circunstancias recogidas en el contrato. Es el caso de los planes de pensiones, por ejemplo. Para evitar equivocaciones, es fundamental que conozcamos las condiciones de iliquidez del seguro.
- Existe también un buen número de seguros de ahorro percibidos en renta, es decir en pagos periódicos. Hay que tener en cuenta que existen muchos tipos de rentas y que el tipo variará dependiendo de lo que se cobre cada mes. Hay que tener muy claras las condiciones y las cantidades que se van a cobrar.
- En último lugar, en el caso de seguros con participación en beneficios, en los que se garantiza una rentabilidad mínima pero se puede llegar a dar más de acuerdo con ciertas condiciones, la Guía de Buenas Prácticas obliga a los aseguradores a explicar claramente a su posible cliente de qué forma se calculan esos beneficios, y cómo se reparten.